La carretera es una cinta interminable llena de charcos de calima. El sol abrasa. El calor se arremolina entorno a los ojos y forma sueños de plastilina. Me adormilo. De pronto, paramos en el arcén. '¿Por qué hemos parado?', pregunto. '¿Quieres una sandía?', me preguntan. '¡¡Sí!!' contesto. Y nos la comemos.
Ana Roncero.
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